Tienen autoridades problemas para cubrir la demanda de techo y comida
Cientos de migrantes mexicanos y extranjeros son desterrados a diario del sueño americano e ingresados a México a través del Puente Internacional de Matamoros, TamaulipasFoto Julia Le Duc
Aspecto del albergue temporal Casa Juan Diego, en el municipio citadoFoto Julia Le Duc
Julia Antonieta Le Duc
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 30 de octubre de 2011, p. 27
Domingo 30 de octubre de 2011, p. 27
Matamoros, Tamps., 29 de octubre. “A la hora del lonche, uno de los paisas gritó que venía la perrera (patrulla), y cuando quisimos correr ya estábamos rodeados por los greens
(agentes de migración) que nos pedían los papeles”, refiere Nicolás
Delgado Juárez, al recordar el último jueves de septiembre cuando lo
capturaron durante una redada de indocumentados en la avenida Las
Américas de Houston.
Durante décadas, hombres, mujeres y niños de México y de Centroamérica buscaron cruzar la frontera por Tamaulipas y entrar a Estados Unidos. Ahora, el estado recibe decenas de miles de migrantes que vienen del norte, desterrados del sueño americano.
En el corredor fronterizo de Nuevo Laredo a Matamoros el panorama en las cercanías de los Puentes internacionales se repite: cientos de mexicanos y extranjeros abandonados a su suerte por agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, que después de ficharlos los destierran a ciudades donde nadie los espera y donde las autoridades no tienen suficiente para darles techo y comida.
Nicolás, michoacano de 38 años y padre de cuatro hijos, dos de los cuales nacieron en Estados Unidos, añora los días en que ganaba siete dólares la hora por su trabajo de albañil. Ahora es uno más de los 90 mil migrantes expulsados este año por Tamaulipas.
Con ansia observa el reloj y espera que den las 10 horas para recibir un plato de salchichas guisadas en la Casa del Migrante de Matamoros. El jornalero, que emigró hace 13 años a Houston, núcleo económico de Texas, no dejó morir la esperanza y en la frontera cambió sus dólares por un refresco y una llamada a casa.
Apurado, habló con su mujer, de la que no tuvo oportunidad de despedirse; le pidió reunir y transferir vía Western Union los 2 mil 500 dólares que un pollero le cobraba por llevarlo hasta la Quineña, punto de revisión migratoria cercano a Houston.
“Dicen que es peligroso; peor será regresarme a La Piedad a morir de hambre. Ni pensar en mantener a mis hijos, ya la mujer pidió emprestado y en una semana más los manda. Aquí conecté a la persona que me va a guardar en lo que llega el dinero y que sea lo que Dios quiera”, dice.
En la colonia Ampliación Solidaridad se alza la Casa del Migrante. Es una construcción inaugurada en 2006, tiene dos habitaciones comunales con 60 camas, comedor y cocina, a todas luces insuficientes para recibir a 150 migrantes por día... MAS
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